domingo, 25 de septiembre de 2011
Me he estado peleando todo el verano con las malas hierbas. No he tenido ni tiempo para bizarrismos. Menos mal que ahora todo terminará seco. Ayer cumplí un deseo antiguo. Armado con un serrucho me cargué una zarza gigantes que estaba dominando a un roble. Aquello era apocalíptico. La zarza tenía siete cabezas como si fuera un ser mítico. No me dejó que la jodiera sin atacarme traicioneramente. Tengo arañazos hasta en la calva, pero también la satisfacción de saber que todas esas ramas camufladas entre el roble no tienen ya otra cosa que troncos sin raíces. Mi sadismo encuentra nuevos campos en los que desplegarse.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Bien hecho, Fer. Ya era hora
ResponderEliminarsiempre nos haces contarlo. Qué mejor lugar para que me entrevistéis.
Los buceadores acto seguido señalan al camionero valiente. Los buceadores pensaron muchas cosas. Lo que es el destino.Yo tampoco tengo tiempo de nada. Sólo corro hacia la furgoneta.
Marzo 1974