miércoles, 6 de octubre de 2010
recibía mensajes, algunos entusiastas, en los que elogiaban mis dotes como crack de la tele. Todo era, nada más y nada menos, que por mi aparición estelar en el "Proyecto Pigmalión" de EL INTERMEDIO. Grabamos hace tiempo. Acudí vestido de pensa, principalmente, para cachondear yo por anticipado. El look era deplorable. Lo reconozco. Camiseta de football americano, calzonas y sandalias. No había por donde agarrarme. Arrojé algunos juicios descalificatorios sobre Dalí, Juan Gris y Picasso, esto es, como la cabra volví a retornar al monte. El jovenzuelo era de lo más simpático, todo sea dicho. Al final hice sonidos guturales para que pudiera darse un barrigazo en su peculiar forma de afrontar el break-dance. Hoy he podido ver en internet lo que me perdí. Sencillamente: penoso. ¿A quién le puede gustar eso? No me avenguenzo de nada. Eso queda atrás. Lo único que me alegra es descubrir que algunos colegas están dispuestos a mandar mensajes de ánimo incluso cuando llego a la cima del ridículo. Gracias pero, por favor, la próxima vez mandarme un telegrama de pésame. Lo juro, no aceptaré en la próxima semana ningún compromiso que me lleve a mostrar mi inmensa papada o mi barriga cardenalicia en la pantalla entontecedora. Afectuosamente. Un servidor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario