jueves, 5 de septiembre de 2013

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“Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo…” (Génesis 3:14). Esta exclamación, pronunciada por Dios contra la serpiente en el Paraíso puede ser considerada como el primer insulto documentado en el mundo occidental. El insulto, entonces, es tan viejo como la humanidad. ¿Cómo se define un insulto? Según Sergio Bufano y Jorge S. Perednik, autores del “Diccionario de la injuria”, el insulto tiene cuatro características: una situación de conflicto, un determinado contexto, animus injuriando (el ánimo de insultar) y forma compleja (13).
Primero, como la chispa que sale cuando se frotan dos ramas, el insulto nace de una situación de fricción que tiene “una imposibilidad subjetiva de resolverla si no es por medio de la violencia verbal o gestual” (Bufano y Perednik, 12). El conflicto puede ser entre dos individuos, entre grupos de personas (de diferentes razas, géneros, partidos políticos, etc.) o consigo mismo. Además cada circunstancia debe resultar de la acumulación de energía negativa, la cual se descarga por medio del insulto.

Segundo, un insulto solo tiene sentido dentro de un contexto determinado. Bufano y Perednik explican que “fuera del momento de ser pronunciado, o abstraído de toda circunstancia que lo contenga, funciona como cualquier palabra” (12). Los insultos no son palabras inventadas de la nada; empiezan como palabras neutrales que llegan a tener un significado peyorativo por asociación con algún aspecto que está estigmatizado por la sociedad. Algunos insultos mantienen la misma forma que la palabra neutral de donde vienen: por ejemplo, la palabra tongzhi en chino. Originalmente, la palabra tongzhi significaba “compañero” en el ejército. Más tarde, se comenzó a usar tongzhi para referirse a los homosexuales, bisexuales, transexuales y otras minorías sexuales. Utilizado en el sentido nuevo, el término tenía una connotación positiva, porque hacía que se asociaran los rasgos de fuerza, orgullo y compañerismo de las tropas del ejército con las distintas minorías sexuales. Desde hace poco, los diarios chinos comenzaron a utilizar tongzhi en contextos negativos, haciendo que el término llegue a ser peyorativo (Wong 769). El significado y la connotación de tongzhi dependen del contexto en que se usa. En cambio, otros insultos evolucionan de diferente forma, llegando a tener una forma fonética distinta de la palabra neutral de la que vino. La palabra “nigger,” en inglés, por ejemplo, viene de la palabra “negro,” que se refería al color de la piel de la gente africana. En la época de la esclavitud en los Estados Unidos, los esclavos africanos eran un grupo estigmatizado, y el término “negro,” y después “nigger,” adquirieron sus sentidos peyorativos.

La tercera característica del insulto es animus injuriando, o el ánimo de insultar. Lo que hace que una palabra neutral llegue a ser un insulto es que se diga con una intención viciosa, lo cual se desprende de “las circunstancias y el contexto en que el insulto es pronunciado, los gestos que los acompañan, las otras palabras que lo rodean, los dichos, gestos, conductas u omisiones ajenos que lo provocan” (Bufano y Perednik, 14). Hay muchas palabras y frases que pueden ser usadas como insultos o cumplidos, y hay que mirar las pistas contextuales para deducir la intención. La frase “hijo de puta,” por ejemplo, es generalmente un insulto, porque literalmente impugna el honor de la madre, pero también se puede utilizar como un cumplido. Cervantes juega con la ambigüedad en el diálogo entre Sancho Panza y el escudero del Caballero del Bosque. Sancho se ofende cuando su interlocutor lo llama “hijo de puta,” pero Quijote le consuela “ ¿No sabe que cuando algún caballero da una buena lanzada al toro en la plaza…suele decir el vulgo ‘¡Oh hi de puta, puto, qué bien que lo ha hecho!’? Y aquello que parece vituperio en aquel término, es alabanza notable…’ ” (Bufano y Perednik, 12).

El cuarto rasgo es la forma compleja del insulto. Según Bufan y Perenik “insulta por significado pero más aun por el conjunto de signos con que ese significado se expresa” (15). En otras palabras, un insulto no puede ser una palabra sola: es el uso de una palabra o una frase en cierto contexto, acompañado por otros signos, que comunica un mensaje peyorativo y que descarga energía negativa. Los insultos, entonces, son una construcción social, y son diferentes en cada cultura. Es precisamente por esta razón que el insulto sirve como un espejo cultural.

La cultura no es estática sino orgánica; está siempre en una condición fluida, cambiando con cada muerte y cada nacimiento humano. Cuando evoluciona la cultura, la lengua, para ser productiva, tiene que evolucionar en conjunto con ella. Bufano y Perednik sugieren que las palabras “que entre todas tienen mayor movilidad son las malas palabras y las palabras injuriosas…Son el ejemplo por excelencia para comprender el funcionamiento de la lengua” (7). Mi objetivo con este estudio es el poder investigar las ideas culturales de los montevideanos a través de los insultos que utilizan. Busco estudiar los insultos como una manifestación de los prejuicios, que no son necesariamente explícitos, en la sociedad de Montevideo.

Método:

La forma de investigación fue un cuestionario que solicitaba a los informantes que eligieran los cinco insultos más ofensivos utilizados en Montevideo y que dieran información sobre quiénes los usan, a quiénes van dirigidos, en qué contextos se utilizan y por qué es ofensivo. La encuesta consistió en 30 informantes de la clase de Teoría Lingüística IV en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República en Montevideo, Uruguay. Todos los informantes tienen entre 20 y 35 años. La mayoría toma la licenciatura en lingüística, aunque otros toman la de sociología o antropología.

Resultados:

Entre todos, los informantes anotaron 23 insultos distintos. En la “Tabla 1,” todos los insultos están arreglados 4 grupos, según el porcentaje de los informantes que los anotaron. El “Grupo I” incluye los insultos anotados por más que 40% de los informantes; el “Grupo II” incluye los anotados por menos que 40% y más que 15%; el “Grupo III” incluye los anotados por menos que 15% y más que 5%, y el “Grupo IV” incluye los insultos anotados por menos que 5% de los informantes. También en “Tabla 1” se encuentran las respuestas de los informantes a las preguntas sobre quiénes usan estos insultos, a quiénes van dirigidos y por qué son ofensivos. En las primeras dos categorías (emisor y receptor), las respuestas son un poco variadas según la interpretación del informante, pero la mayoría de ellas incluye: los hombres, las mujeres, los jóvenes e indistinto.

Dentro del Grupo I, se encuentran los insultos “hijo de puta,” “(andá a) la concha de tu madre,” “chupa pija” y “conchudo/a.” El insulto anotado con la mayor frecuencia es “hijo de puta” (19 de 30 informantes). Según la mayoría de los informantes, cualquier persona puede dar o recibir este insulto, y la razón por ser ofensivo es porque insulta a la madre del receptor. Algunos señalan que, como en el pasaje del “Quijote,” que también se puede decir para alguien que tiene mucha suerte. El insulto que aparece con la segunda frecuencia es “la concha de tu madre” o “andá a la concha de tu madre” (18 de 30 informantes). La mayor parte de los informantes están de acuerdo que cualquier persona pueda ser o el emisor o el receptor, aunque hay una variedad de respuestas a la pregunta “¿por qué es ofensivo?” Dentro de ellas, 10 personas dicen que es por insultar a la madre del receptor, y 5 personas dicen que es por la referencia al órgano sexual femenino. Además, un informante explica que es aún más ofensivo combinar los dos insultos mencionados y decir “¡andá a la concha de tu madre, hijo de puta!” El tercer en Grupo I es “chupa pija” (17 de 30 informantes). La mayoría de los informantes dice que cualquier persona puede ser el emisor, pero hay una discrepancia entre las respuestas en cuanto al receptor. Según 11 personas, el receptor puede ser cualquier persona, pero 6 personas dicen que el receptor siempre es un hombre. La razón por ser ofensivo señalada por la mayor parte de los informantes es que insulta la sexualidad del emisor. Algunas respuestas más explícitas sugieren que este insulto refiere a un hombre que suele tener sexo oral con otros hombres. El último insulto en Grupo I es “conchudo/a” (12 de 30 informantes). La mayoría de los informantes señalan que el emisor puede ser cualquier persona, pero hay otra vez variación en las respuestas con respeto al receptor. Según 7 personas, el insulto siempre está dirigido a las mujeres, y según 5 personas, se puede dirigir a cualquier persona (con la terminación masculina o femenina adecuada).

En el Grupo II, aparecen los siguiente insultos: “andate a la puta madre que te parió” (9 informantes), “puto (de mierda)” (9 informantes), “puta (de mierda)” (6 informantes), “andá a cagar” (5 informantes) y “sorete” (5 informantes). En el Grupo III, se encuentran “cornudo/a” (4 informantes), “enfermo” (4 informantes), “andá a la mierda” (3 informantes), “mal cogida” (3 informantes), “negro de mierda” (3 informantes), “alcahuete” (2 informantes), “gil” (2 informantes), “tarado/ mongólico” (2 informantes) y “…del orto” (2 informantes). En el Grupo IV, aparecen “deforme,” “gato,” “perra,” “trabuco,” “turca” y “yegua” (cada uno anotado por un único informante).

Análisis/Conclusión:

El objeto del estudio fue investigar algunos de los prejuicios de los montevideanos según los insultos que utilizan. Algo que encuentro muy interesante es la variación en los insultos según el género. El único insulto, según la mayoría de los informantes, que está dirigido exclusivamente a los hombres es “puto,” mientras hay 7 que se dirigen exclusivamente a las mujeres: “conchuda,” “puta,” “mal cogida,” “gata,” “perra,” “turca” y “yegua.” No voy a pretender tener una explicación definitiva, ni tengo suficientes fuentes de apoyo, pero voy a proponer la siguiente conjetura, basada solamente en mis propias experiencias y observaciones: las mujeres, como un género, tienden a chismear y hablar entre ellas sobre otros miembros del grupo con más frecuencia que los hombres. Una mujer que es promiscua o que anda con muchos hombres está por lo general mal vista por el grupo; por eso, los insultos que se dirigen a las mujeres muchas veces surgen del grupo mismo de mujeres para hablar de otras mujeres. Después, estos insultos se esparcen, hasta llegar a ser utilizados por otros grupos de la sociedad.

Otro aspecto interesante relacionado al género es la diferencia entre “puto” y “puta.” Es el único insulto que aparece en el la investigación que cambia el significado cuando cambie el género. Por ejemplo, uno puede decir “hijo de puta” a un hombre o “hija de puta” a una mujer sin que cambie el contenido del insulto. Muchos informantes lo señalan como “hijo/a de puta” para indicar que se utiliza para los dos sexos. Al otro lado, “puto” y “puta” no son simplemente las versiones masculina y femenina del mismo insulto. Hay algunos informantes que anotan uno o el otro, y los que señalan ambos los ponen separados; no hay ninguno que ponga “puto/a” como una entrada única. Según los informantes, “puta” es ofensiva porque sugiere que una mujer sea prostituta o que ande con muchos hombres. “Puto,” en cambio, indica que un hombre sea homosexual. Otra vez me faltan las fuentes para hacer una explicación definitiva, pero propongo la siguiente conjetura: me parece que “puta” es una palabra mucho más antigua, porque aparece en el diccionario, mientras “puto” no está. “Puto,” entonces, debe haber surgido después, como una versión masculina de “puta.” Pero según los informantes, “puto” no quiere decir un prostituto masculino, sino un hombre homosexual. Esto me llama la atención; tal vez una posible explicación sea que en la época en la que se surgió “puto,” los hombres homosexuales eran vistos de la misma forma que una “puta,” como promiscuos que andaban con muchos hombres.

El último rasgo que quiero analizar es el contenido ofensivo. Me fijé en el contenido ofensivo de los insultos, y los arreglé según el tema de este contenido, o sea, el objeto o la característica que busca insultar. Encontré los siguientes temas: la madre del receptor, las partes/funciones del cuerpo, la masculinalidad/sexualidad, la fealdad sexual, la raza y la inteligencia. Después, asigné un número de frecuencia a cada insulto (los que pertenecen al Grupo I reciben un 4; los del Grupo II reciben un 3, etc.). Calculé el número de frecuencia promedio para cada tema (ver “Gráfica 1.” El tema con los insultos que aparecen con la mayor frecuencia es el que insulta a la madre del receptor (número de frecuencia: 3.67), seguido por los que tienen que ver con las partes y funciones del cuerpo (número de frecuencia: 3) y la masculinalidad/sexualidad (2.67). A través de estos datos se ve que los temas relacionados con la madre del receptor, el cuerpo y el sexo tienen más peso para los miembros del grupo estudiado que la raza o la inteligencia. Sería interesante hacer una investigación comparativa con otras culturas. Como alguien que vive en los Estados Unidos, yo supondría que los insultos más frecuentes allá tendrían que ver con la raza y con la inteligencia y no tanto con la madre del receptor. Una investigación comparativa de los insultos uruguayos y estadounidenses podría mostrar mucho sobre los valores diferentes en las dos culturas.

Esta investigación fue bastante limitada en cuanto al tamaño y la variación del grupo de la encuesta. Había solo 30 informantes, y todos eran de la misma clase y de la misma facultad. La populación de interés de este estudio era los jóvenes de Montevideo, y por eso, solo consideré los informantes que tenían entre 20 y 35 años y que eran de Montevideo. Igual, como no fue una encuesta en que cada miembro de la población tenía la misma oportunidad de ser elegido, no puedo decir que esta encuesta sea representativa de todos los jóvenes de Montevideo.

Bibliografía

1) Bufano, S., Perednik, J. S. (2005). Diccionario de la injuria. Buenos Aires: Losana.
2) Génesis, capítulo 3: verso 14.
3) Wong, A. D. (2003). “The Reappropriation of tongzhi.” published in Language in society.

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