martes, 14 de enero de 2014

La mayoría de las cosas que suceden en el mundo son simples consecuencias de las leyes naturales

CHINCHE: De todas las formas de sexualidad animal, la de los chinches de las camas (Cimex lectularius) es la más asombrosa. Ninguna imaginación humana alcanza semejante perversión. Primera particularidad: el priapismo. La chinche de las camas no para un instante de copular. Algunos individuos tienen más de doscientas relaciones al día. Segunda particularidad: la homosexualidad y la bestialidad. A las chinches de las camas les cuesta distinguir a sus congéneres, y, entre estos congéneres, tienen más dificultad para reconocer a los machos de las hembras. El 50% de sus relaciones son homosexuales, el 20% se producen con animales extraños, por último, el 30% se efectúan con hembras. Tercera particularidad: el pene perforador. Los chinches de las camas están equipados con un largo sexo de cuerno puntiagudo. Por medio de esa herramienta semejante a una jeringa, los machos perforan los caparazones e inyectan su semilla en cualquier parte, en la cabeza, el vientre, las patas, la espalda e incluso el corazón de su dama. La operación no afecta apenas a la salud de las hembras, pero, en tales condiciones, ¿cómo quedarse encinta? De ahí, la... Cuarta particularidad: la virgen encinta. Desde el exterior, su vagina parece intacta y, sin embargo, ha recibido un golpe de pene en la espalda. ¿Cómo sobrevivirían entonces en la sangre los espermatozoides masculinos? De hecho, la mayoría serán destruidos por el sistema inmunitario, como vulgares microbios extraños. Para multiplicar las posibilidades de que un centenar de esos gametos masculinos lleguen a su destino, la cantidad de esperma que sueltan es fenomenal. A título de comparación, si los chinches machos estuvieran dotados de una estatura humana, soltarían treinta litros de esperma en cada eyaculación. De esa multitud, sólo un número pequeñísimo sobrevivirá. Escondidos en los rincones de las arterias, emboscados en las venas, esperarán su hora. La hembra pasa el invierno invadida por esos inquilinos clandestinos. En primavera, guiados por el instinto, todos los espermatozoides de la cabeza, de las patas y del vientre se reúnen alrededor de los ovarios, los traspasan y se meten en ellos. La continuación del ciclo prosigue sin más problemas. Quinta particularidad: las hembras de sexos múltiples. A fuerza de ser perforadas en cualquier parte por machos poco delicados, las chinches hembras se encuentran cubiertas de cicatrices que forman rajas oscuras rodeadas de una zona clara. ¡Igual que blancos! De este modo se puede saber con toda precisión cuántos acoplamientos han conocido las hembras. La Naturaleza ha alentado esas bribonadas engendrando extrañas adaptaciones. Generación tras generación, las mutaciones han desembocado en lo increíble. Las chinches crías han empezado a nacer provistas de manchas pardas, aureoladas de blanco, en la espalda. A cada mancha le corresponde un receptáculo, «sexo sucursal» directamente unido al sexo principal. Esta particularidad existe actualmente en todos los escalones de su desarrollo: ninguna cicatriz, varias cicatrices receptáculo en el nacimiento, verdaderas vaginas secundarias en la espalda. Sexta particularidad: la auto puesta de cuernos. ¿Qué ocurre cuando un macho es perforado por otro macho? El esperma sobrevive y corre como tiene por costumbre hacia la región de los ovarios. Al no encontrarlos, estalla en los canales deferentes de su huésped y se mezcla a sus espermatozoides autóctonos. Resultado: cuando el macho pasivo perfora a una dama, le inyecta sus propios espermatozoides pero también los del macho con el que ha mantenido relaciones homosexuales. Séptima particularidad: el hermafroditismo. La Naturaleza no termina de hacer experiencias extrañas sobre su cobaya sexual favorito. Los chinches machos también han mudado. En África vive la chinche Afroximex constrictus, cuyos machos nacen con pequeñas vaginas secundarias en la espalda. Sin embargo, estos machos no son fecundos. Parece que están ahí a título decorativo o para alentar las relaciones homosexuales. Octava particularidad: el sexo-cañón que dispara a distancia. Algunas especies de chinches tropicales, los antocórides escolopelianos, están dotados de ellos. El canal espermático forma un grueso tubo espeso, enrollado en espiral, en el que está comprimido el líquido seminal. El esperma es propulsado luego a gran velocidad por unos músculos especiales que lo expulsan fuera del cuerpo. De este modo, cuando un macho divisa a alguna hembra a varios centímetros de él, apunta con su pene a los blancos-vagina situados en la espalda de la damisela. El chorro surca el aire. La potencia de esos tiros es tal que el esperma consigue traspasar el caparazón, más fino en esos puntos. Edmond Wells. Enciclopedia del saber relativo y absoluto, tomo II.

No hay comentarios:

Publicar un comentario