viernes, 5 de agosto de 2016

Bienvenido Fernando

Querido amigo, me alegro que estés de nuevo en mi país. Y aún no creo que mañana abrirás el evento en un lugar que considero históricamente muy cargado, cuya historia para muchos en la comunidad aún no está internalizada, como debiera ser. Estarás en el Campus Juan Gómez Millas. Ahí se ubica una de las sedes de la Facultad de Artes (donde se encuentran dos carreras, Artes Visuales y Teoría del Arte). Las otras dos están en el centro histórico de Santiago, donde se imparten las carreras de música, teatro y danza.

Este campus tiene el nombre del rector de la universidad que donó seis hectáreas de su propiedad para conformar, en la segunda mitad de los años sesenta, la Facultad de Ciencias y alojar el Laboratorio del Ciclotrón. Es el campus donde Humberto Maturana creó y desarrolló el concepto de Autopoiesis junto a Francisco Varela. Las artes llegaron a este lugar por razones circunstanciales: la Escuela de Bellas Artes, que estaba ubicada donde ahora está el actual Museo de Arte Contemporáneo en el Parque Forestal, se quemó en 1967 y estuvo errante mientras se decidió construir al sur de este Campus una nueva Facultad de Artes en el espíritu de la Reforma Universitaria, los movimientos estudiantiles y la Unidad Popular. Pero todo esto quedó cortado abruptamente por el Golpe de Estado de 1973. 

En enero de 1974, se instaló en el complejo sin terminar a la Facultad, en un clima de persecución política y desmantelamiento institucional. Lo que quedó reflejado en las implementaciones arquitectónicas aisladas y sin coherencia orgánica con lo planificado. De un complejo urbano, con muros transparentes e interconectados, todo quedó reducido a barracas enladrilladas. Este paisaje cargado de precariedad terminó siendo la característica del lugar, hasta el año 2006, cuando el decano y filósofo Pablo Oyarzun logró que el Estado invirtiera en remodelaciones en la sede, erradicando el abandono infraestructural que durante más de treinta años había marcado el paisaje de la escuela de arte más antigua del país, y la más golpeada por el autoritarismo. Estos arreglos pueden parecer insuficientes para las demandas actuales pero, hace diez años, este gesto sorprendió hasta los más escépticos. Y desde entonces, la cultura del lugar recuperó algo de la confianza perdida para generar cambios ante los embates de la historia.

Y justamente, sobre el lugar más descampado, donde sólo habían estructuras oxidadas que enrostraban a todo visitante el pasado de un proyecto de modernidad trágicamente inconcluso, es donde fue levantado el auditorio donde mañana serás recibido. Me alegro que sobre esas ruinas - aún invisibles para la memoria, por los mismos apremios de la dictadura que siguen actualizándose una y otra vez- instales tu agudeza e ingenio dejando un recuerdo que nos levantará la moral a corto, mediano y largo plazo.

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