sábado, 16 de febrero de 2013

escabresque eñebrio on time (Candelabro re-work)

Siete luces alumbran y la carne de mi estomago, más bien la grasa empezará un nuevo capítulo. El estado de fuga y el episodio escabroso para grabar a fuego, despertar en un verde monticulo con una laguna mental. A las afueras vuelvo andando como profeta mendigo macabro con los pantalones sucios. Ahora después del trance con una extranha sensacion de la gran suerte de reconocer y prestar atención. De alguna manera grabarlo para crecer nuevas disciplinas. Me pregunto en lo patético de mi euforia del fin de las fiestas, y es claro que el mensaje va hacia seguir el camino de hacer las cosas que sabemos perfectamente que fluyen bien. Paradójicamente deben ser preciosos puntos de inflexión, donde de alguna forma vemos reflejos y destellos que nos iluminan desde la oscuridad. Como siempre después de la vomitona veo con claridad una nueva clave que siempre ha estado ahi, no bajar la guardia. Visualizo con potencia donde esta la versión optimizada de mi mismo. El mensaje como la suerte siempre llega como el aviso, en un buen momento. La valentia empieza hoy. Nuevos cambios y mejoras ahead.





En el destape de lo que ocurrio en una noche escabrosa. desclasificado
En la fiesta de los Tabernáculos, una cabaña de ramas de mirto y de olivo se elevaba en el patio o sobre la terraza de la casa,  en recuerdo del tiempo.      Tiempo inmemorial de los patriarcas nómadas. Se encendía el candelabro de siete luces, luego se abrían los rollos de papiros y se leían historias santas. Para el alma infantil, el Eterno estaba presente, no sólo en el cielo estrellado, sino también en aquel candelabro que reflejaba su gloria, en el verbo del padre como en el amor silencioso de la madre.

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