Donde Dice Debe Decir fue el segundo disco producido bajo la CDSB. Podría haber sido parte de Blondon Comes Alive!, ya que fue grabado en las mismas sesiones pero no quería un larga duración conceptual como aquellos que grababa en los años noventa. Abandoné las perillas a finales del siglo pasado y aunque produje dos discos entremedio, oficié en ellos sólo como productor "benjaminiano" porque ya no quería tocar los instrumentos ni el ordenador para postproducir scratches, mashups y glitchs. Una versión extendida de Donde Dice Debe Decir fue exhibida por Fernando en Galería Blanca Soto, donde incluí algunos cortes de Blondon Comes Alive! y el EP que le precedió: El Aquí y el Ahora. La edición aquí posteada va con el track list original, sin los extras, y acompañada de la siguiente inserción que redacté para la versión en Galería Blanca Soto:
Santiago parece otro día
soleado en el infierno. Es el día en que los zombies
comenzaron a volverse inteligentes en Chile. Es una historia demasiado larga. Demasiado
básica. Por acá diríamos “aspiracional”, clientelista. De momento, ya tengo
bastante con tener que concentrarme en la propia sobrevivencia, sin descuidar,
claro está, esta bizarra invitación de Fernando Castro Flórez a exponer en Galería Blanca Soto. Una suerte de “impasse carrolliano”, resultado de una que otra coma y
comilla corrida. Lo que me hace recordar al filósofo chileno Patricio Marchant, algo
así como nuestro santo local de los lapsus
linguae, las fe de erratas y todos esos enrevesados juegos de lenguaje
a los que nos tiene tan acostumbrados Jaimito Derrida.
El asunto es que luego de una votación
secreta, la invitación de Fernando fue aceptada. Hubo ganas de una segunda
vuelta, sólo para estar en onda con el cincuenta por ciento de los votos
emitidos más uno, tan boga en el Chile después del Pinochet detenido por Garzón.
Descontando, claro está, los que votaron
nulo o en blanco. Ahora, si consideramos que más de un
cuarenta por ciento de los chilenos mayores de 18 años está desinteresado en
inscribirse en los registros electorales, ninguno de los candidatos a
presidente constituye mayoría alguna en el país. Ergo. Si Piñera ganó por un 51.61%, ese porcentaje corresponde sólo
al 29.99% del total real de chilenos en edad de sufragar. Vaya esto de pensar cosas raras de
manera estadística, con algunos énfasis más y algunos modos de hacer las cosas
menos. El desconcertante cambio de siglo al ritmo de la
derecha bajo una política cultural de izquierda, porta un efectismo casi
lapidario que relega a la clandestinidad aquella cepa de estribillos abstraídos
de la mediática parafernalia.
Obviando estas desconcertantes señales, como que me
apetece ver en la partida de Loyola Records en Galería Blanca Soto hasta dónde,
cómo y cuando se estira mi pregunta de sentido –me refiero al no se qué del
Arte- acusando recibo del input
curatorial con la intervención nihilista-desértica de
Raúl Zurita “Sin pena ni miedo”. Hace dos horas recibí un
correo electrónico de Castro Flórez. En ella encontré una aclaración y una
defensa para titular la participación de Loyola Records en Galería Blanca Soto:
Donde Dice Debe Decir. La invitación de Fernando
tiene la rara habilidad de situarme en una disparatada obra de Raúl Zurita que
momentos y situaciones familiares se las arreglan para colarse, desprendiendo
inevitablemente un sentido del que me siento no sé si incapaz de establecer sus
ingredientes. Mi abuelo materno desapareció en el desierto y
crecí viendo a Herminia invocar a su padre para que le diera una señal dónde
estaba enterrado. Y aunque las lecturas del
petroglifo de Zurita no están muchas veces a la altura de las subtramas de
nuestra historia reciente, el fallo de mis visitas al desierto están sepultadas
siempre bajo estas circunstancias.
Recuerdo que con lo desdibujado del desierto
y, como ya apunté, en ocasiones, dado el vendaval de presupuestos históricos,
no es fácil congeniar con los altibajos e irregularidades de sus grietas. En cualquier caso, estoy
hablando de cómo la historia de Castro Flórez estaba firmemente anclada en
argumentos que me permitía conseguir resultados involucrándome en los desvaríos
del arte chileno y, por lo tanto, tenía que estar abierto a momentos
inefablemente absurdos. Lo más útil era estar
consciente que cada corte producido para Blanca Soto debía expresar la forma
desproporcionada de cómo la globalidad se comporta en los artistas locales
cuando estamos a solas. En búsqueda del efecto
deseado, puliendo aristas, el universo de Zurita en el desierto estaba bien
perfilado y, en realidad, era consecuente con sus mensajes dejados en cuanto
lugar ha deseado. El enunciado es suficiente para hacerse una
idea de lo torpe y disparatado –por muy diversas y diferentes razones- que
puede resultar ignorar cómo el azar tiene siempre reservada una última bala.
Donde
Dice Debe Decir no reconoce lugar pese a las certezas aspiracionales de
Chile, tratando de averiguar por qué somos secretamente tan infelices acá.
Viviendo en un lugar refrito, que bebe de fuentes, consignas y expresiones
codificadas por la representación globalizada de lo que sea. Tal vez porque la mirada desencantada no asume
su imaginario, un mundo que está en desfase, cuyas coordenadas disfuncionales
sólo revelan la ironía y la parodia alocada de esa, “nuestra” globalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario