domingo, 7 de junio de 2015

Apuntes para una bizarra historia rocanrolera (borrador 3)


Me carga Barthes, lo siento, prefiero los análisis fotográficos de Richard Prince o Terry Richardson. Esta fobia debió ser provocada por mi exposición continuada a las cursilerías y sobreteorizaciones de la escena artística chilena. Es probable, dicen que se puede curar. La imagen posteada registra el momento exacto cuando informé a los estudiantes que mis clases pasarían a llamarse Cátedra Domingo Sánchez Blanco. Fue para ellos como un segundo terremoto, y no es un simple decir porque esto ocurrió casi un mes después del sismo que asoló a mi país. Me gusta esta foto porque documenta el escepticismo de los estudiantes al escucharme, similar al de mi amigo salmantino respecto al uso que hacía de su nombre. Escepticismo que fue de la mano con el desconcierto porque mis acciones artísticas no son espectaculares, son algo así como des-espectaculares y adquieren sex-appeal con el tiempo. Son obras que envejecen bien aunque cuando las hice todos creían que eran pendejas, incluso para mis amigos del cole, la universidad y el mundo del arte. 

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