-Las infinitas microfunciones celulares-
Boleskine y esa especie de charca poco profunda. Dentro de aquel paraje lleno de arbustos se lee la obra poética dormida de Ribeiro, tan permeable, como oscura y pastoril. Desciende hacia un incesante paisaje húmedo borroso y enturbiado por la saudade de pasado distorsionado. La frágil narradora de Menina e Moça, sumergida en el dolor de las corrientes profundas del Mondego "que assim aquele penedo estava ali anojado aquela agua que queria ir seu caminho, como as mihas desventuras noutro tempo soían fazer a tudo o que mais quería, que agora já nao quero nada" Dentro del charco de musgo, un desierto flotante donde gran parte de la población había emigrado huyendo del hambre.
El fado retumba como dubstep. Como caldo verde de diligencia, las bolas del jukebox saturan el salón Brasil y han clausurado el pabellón de desporto conimbricense 1910. Han quemado todas las ediciones de la Diana zaragozana de 1560. Jorge de Montemayor tumbado al sol en Cabo Verde. En el siglo XV, las islas se hallaban cubiertas por una densa vegetación tropical, que contrastaba con sus rocas volcánicas negras y el mar azul. Despobladas, virgenes entre juncos y erizos ácidos.
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