Estaba literalmente dentro de un rosetón gótico de los tiempos de la reconquista castellana, cuando recordé los intentos fallidos de Cervantes por procurarse un lugar en América: sea en el cargo de contador del reino de Nueva Navarra, gobernador de Soconusco en Guatemala, magistrado en la ciudad de La Paz o tesorero de galeras en Cartagena de Indias. Aquella ilusión indiana que estaba rememorando desde una medieval ventana circular calada, me pareció tan radialmente invisible como el sentido de la traperiada para deformar los rayos de la luz, en la que estaba andinamente apoyado.
martes, 16 de diciembre de 2014
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