lunes, 3 de agosto de 2015
o ninguno se parte por la cultura insolita
proponía Benjamin a los artistas- no se limitará nunca a ser un trabajo sobre el producto; se ejercerá siempre, al mismo tiempo, como un trabajo sobre los medios de la producción ¨ (4). Y aclaraba a renglón seguido: ¨ En otras palabras: sus productos deberán poseer, además y antes de su carácter operativo, una función organizadora ¨ (5). Una función, en realidad, re- organizadora de la producción misma, que estaba organizada de antemano de una manera jerárquica, imponiendo a cada quien un lugar y un papel e induciendo en cada quien, además, al uso rutinario de los medios y los instrumentos de producción (6). Ese era el estado dado de la producción que debía ser reorganizado o, más aún, transformado radicalmente para satisfacer plenamente las exigencias de emancipación y autodeterminación de los productores. Si el destino final de la producción es la producción del propio productor, la apropiación de la producción por el productor, mediante la reorganización emancipatoria de la misma, es la condición sine qua non de su propia autodeterminación. El artista como productor emancipado debería actuar como modelo de la emancipación colectiva.
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