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LA ULTIMA


estaba dormida y tres
timbres sordos y cortos desde
la puerta de entrada a casa me despertaron, ciertamente me atacó una
sensación
de pavor, eran las cinco de la mañana, pensé en mi abuela centenaria
muerta, en
un gitano raro con una escopeta esperando pegar un tiro a quien se
acercara a
la mirilla, después recordé a la vecina anciana del quinto y su nuevo
novio al
que le habían atacado las ganas de meterla en caliente confundido de
piso, me
di cuenta que daba igual que no abriera, la puerta trasera de la cocina
es bien
fácil de escabullir, de hecho, la ventana de esta habitación está rota y
al tejado
se puede acceder fácilmente, igual que por el portón que da al otro
lado,
simplemente apuntalado, de ahí al patio otra puerta vieja, que sólo se
puede
abrir desde donde yo estoy, igualmente se le pueden quitar las bisagras,
me
vino en mente un yonki con mono de ferias y recordé que podía coger mi
aparato
de transparencias para venderlo en el mercado tanto negro como blanco,
-si son
simples ladrones-, me dije la típica frase humanoide –que se lleven todo
lo
quieran-, otra vez me acometió un sobresalto, si están faltos de sexo o
les
ensombrece como un dios la idea de tomar el cuerpo a su absoluta y
violenta
disposición, tal que la demás parte de la acción, podrían violarme a
punta de
cuchillo o pistola, si me penetraran el culo y no estuviera yo excitada
como se
daría el caso me podrían hacer sangre y romper el ano… me dolería mucho,
quizás prefiero la herida del arma, pero sería dos veces profanada DEL BLOG DE ROSA TE DORA, rosa hernandez fraile
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