Nuestro país es el cuarto de Europa en consumo de videojuegos y el sexto del mundo, pese a que sólo el 5% de los productos vendidos son españoles. Y desde la pasada primavera el sector se considera ‘industria cultural’, lo que permite que reciba ayudas estatales. En el panorama internacional el crecimiento está siendo aún mayor. Recordemos que hace un año, en plena crisis económica, esta industria aumentaba sus ventas en Estados Unidos hasta un 35%. En el citado Gamelab 2009, Ian Livingstone, fundador de Games Workshop y creador de conocidos videojuegos, se declaró convencido de que en 2015 el negocio alcanzará una facturación de 90.000 millones de dólares a nivel mundial.
No hay duda de que la industria del videojuego tiene grandes expectativas de futuro. No es criticable que Laboral Centro de Arte y Creación Industrial sostenga su base programática sobre este campo que, además, le trae algo más de público que otras apuestas. Lo criticable es poner el carro delante de los bueyes, mezclar churras con merinas y confundir industria cultural con innovación, porque ambos conceptos no caminan de la mano. Aunque eso, como dice Spielberg (otro adalid de este creciente carro), también ocurre en las demás disciplinas creativas...
«La mayor innovación es un servicio excelente»
(Tom Peters)
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