miércoles, 17 de agosto de 2016

Lanzamiento del disco de Cagon & Crista en Chile







Fue un día agitado, en el sentido más estimulante del término. Tras una indescriptible conferencia-obra en la Cátedra Domingo Sánchez Blanco, y luego de arremeter con todo en el Museo de Arte Contenporáneo, Fernando Castro Flórez presentó -ya en la tarde noche- el vinilo de Cagón & Crista compartiendo la historia "verídica" del exponente del sonido "matarile". Los espectadores, entre ellos, lo más nutrido de la escena alternativa rocanrolera chilena, estaban anonadados (sí, esa es la palabra) con el tejido ininterminable de erudición y anécdotas de Fernando para situar (y preparar) a la audición, de aquello que estaba por hacer girar en el tornamesas. Quedamos todos entusiasmados y abiertos a la escucha del vinilo, hasta que, tras terminar la cara B, se dio por terminada una memorable sesión. Al día siguiente, una serie de melómanos en la misma disqueria, se reunió a analizar esta pieza de colección, a propósito de todo lo narrado y analizado la noche anterior.

viernes, 5 de agosto de 2016

Bienvenido Fernando

Querido amigo, me alegro que estés de nuevo en mi país. Y aún no creo que mañana abrirás el evento en un lugar que considero históricamente muy cargado, cuya historia para muchos en la comunidad aún no está internalizada, como debiera ser. Estarás en el Campus Juan Gómez Millas. Ahí se ubica una de las sedes de la Facultad de Artes (donde se encuentran dos carreras, Artes Visuales y Teoría del Arte). Las otras dos están en el centro histórico de Santiago, donde se imparten las carreras de música, teatro y danza.

Este campus tiene el nombre del rector de la universidad que donó seis hectáreas de su propiedad para conformar, en la segunda mitad de los años sesenta, la Facultad de Ciencias y alojar el Laboratorio del Ciclotrón. Es el campus donde Humberto Maturana creó y desarrolló el concepto de Autopoiesis junto a Francisco Varela. Las artes llegaron a este lugar por razones circunstanciales: la Escuela de Bellas Artes, que estaba ubicada donde ahora está el actual Museo de Arte Contemporáneo en el Parque Forestal, se quemó en 1967 y estuvo errante mientras se decidió construir al sur de este Campus una nueva Facultad de Artes en el espíritu de la Reforma Universitaria, los movimientos estudiantiles y la Unidad Popular. Pero todo esto quedó cortado abruptamente por el Golpe de Estado de 1973. 

En enero de 1974, se instaló en el complejo sin terminar a la Facultad, en un clima de persecución política y desmantelamiento institucional. Lo que quedó reflejado en las implementaciones arquitectónicas aisladas y sin coherencia orgánica con lo planificado. De un complejo urbano, con muros transparentes e interconectados, todo quedó reducido a barracas enladrilladas. Este paisaje cargado de precariedad terminó siendo la característica del lugar, hasta el año 2006, cuando el decano y filósofo Pablo Oyarzun logró que el Estado invirtiera en remodelaciones en la sede, erradicando el abandono infraestructural que durante más de treinta años había marcado el paisaje de la escuela de arte más antigua del país, y la más golpeada por el autoritarismo. Estos arreglos pueden parecer insuficientes para las demandas actuales pero, hace diez años, este gesto sorprendió hasta los más escépticos. Y desde entonces, la cultura del lugar recuperó algo de la confianza perdida para generar cambios ante los embates de la historia.

Y justamente, sobre el lugar más descampado, donde sólo habían estructuras oxidadas que enrostraban a todo visitante el pasado de un proyecto de modernidad trágicamente inconcluso, es donde fue levantado el auditorio donde mañana serás recibido. Me alegro que sobre esas ruinas - aún invisibles para la memoria, por los mismos apremios de la dictadura que siguen actualizándose una y otra vez- instales tu agudeza e ingenio dejando un recuerdo que nos levantará la moral a corto, mediano y largo plazo.

Martes 9, a las 11.30 horas.


jueves, 4 de agosto de 2016



Fernando Castro Flórez llega a Chile con un disco de lujo realizado por Domingo Sánchez Blanco. El título, acuñado por Castro Flórez, lo diseñé citando a la serie de la temporada, "Stranger Things", y la idea me vino no sólo porque estaba viendo la serie, cuando tuve que ponerme a construir los flyers, sino por una foto de Fernando en calzoncillos, tomada por su hijo Manuel, posteada en Facebook, que me hizo recordar la cara de Eleven cuando aplica sus poderes psicoquinéticos. El disco, una pieza de museo, será prresentada en una de las disquerías que inició el "hype" por los vinilos en Santiago de Chile ("Tres Oídos"), un lugar sólo para iniciados como muchos me han hecho ver.  

No saber ver ni leer sabiendo ver y leer: un caso más.

Hoy me topé con un conocido, un psicoanalista que escribió sobre mi Obra Invisible, y me preguntó si me acordaba del texto. Le dije que no, en verdad no tenía ganas de decirle que su análisis era un simple cortar y pegar de lo que se dice que hago en Wikipedia. El asunto es que, con cierto dejo de sofisticación, me dijo "te lo enviaré pero está en francés". En realidad, no es que viera venir ese comentario pero le dije que se lo agradecía y que cuando necesitara una traducción al chileno avanzado, no dudara en hablar conmigo. Y luego, para seguir con la tontera, cada vez que me veía haciendo algo me largaba un chiste sobre la invisibilidad. Yo, en verdad, andaba de mala leche, estaba en medio de una manifestación contra los abusos economicistas en el país, como muchos chilenos, incluso él también estaba ahí conmigo por eso, pero no sé si entendió cuando le interesó meterse con mi obra, que mi invisibilidad  alude y se resiente justamente de aquello que nos convoca y encabrona. Y que para mi, la invisiblidad nunca ha sido un puto chiste. Ojalá lo fuera y vaya que se lo agradecería. Por lo demás, basta conocer los nueve requerimientos que exijo para convertir una obra sea invisible.